En este caso, la controversia se genera cuando Joey (Katharine Houghton), una jovencita de clase media-alta vuelve de sus vacaciones de la mano de John Prentice (Sidney Poitier), un médico que acaba de conocer, que le lleva 14 años y es de raza negra. Y es que en los Estados Unidos aún había que luchar contra la segregación racial existente de forma legal hasta fines de los 60´s. Es por ello que cuando sus padres conocen a este hombre que viene a cenar, no ponen la mejor cara, y no tanto porque no acepten las diferencias raciales, sino por el temor al rechazo social que pueda sufrir su hija. Matt Drayton (Spencer Tracy) y Christina Drayton (Katharine Hepburn) son librepensadores, pero aman a su única hija y temen por ella, ante un futuro que pueda depararle más de un sinsabor. La joven, que es la única que no ve ningún problema en la relación, también invita a los padres de él a ir a su casa a cenar y así conocerse todos. Otro pequeño detalle es que John tampoco les ha dicho aún a sus padres que su prometida es una chica blanca.
Lo interesante del caso es ver que los personajes de color (los padres de John o la criada de los Drayton) también se muestran tensos y reprochan la relación, tanto o más que los de raza blanca.
En la forma en que se inicia el largometraje, parece que vamos a asistir a una agradable y simpática comedia de situación, pero no es tan así: no es una comedia, aunque tampoco es un lacrimógeno drama. Lo que se nos presenta es una amable pero tensa reunión de personas educadas que van a debatir, bajo sus personales puntos de vista, una cuestión muy importante en sus vidas: los prejuicios raciales.
Este matrimonio de clase media-alta (él dirige un periódico y ella una galería de arte) se ven en la encrucijada de tener que llevar a la práctica las ideas liberales que siempre han defendido y tratado de inculcar a su hija, desconociendo que los iba a poner a prueba con este amor irrefrenable que siente por su prometido.
Lo que parece algo manipulador desde el guión es el personaje de Poitier, que se lo presenta como un pretendiente ideal, culto, muy preparado académicamente, educado, formal, un médico importante con un cargo en las Naciones Unidas... Tal vez hubiera resultado una apuesta "más jugada" si se muestra a un novio menos perfecto (sin haber mencionado que, encima, un accidente lo dejó sin mujer y sin hijo). Es como si sus creadores pensaran: "El tipo es perfecto, el único problema es que es negro..."
El tratamiento es prácticamente teatral, ya que todo lo importante sucede en el lujoso hogar de los Drayton, con una amplia terraza con vistas al Golden Gate. Son los diálogos y las actuaciones lo más destacable de esta cinta, además de la dirección y puesta en escena.
El film recibió 10 nominaciones a los Oscar: película, actor, actriz, director, actor secundario, actriz secundaria, guión, montaje, dirección artística y música, ganando el de guión y el de mejor actriz para Katharine Hepburn.
En este filme actúan por última vez juntos Hepburn y Tracy (matrimonio en la vida real), ya que éste falleció 17 días luego de finalizado el rodaje de la película. Tracy tiene a su cargo el emotivo monólogo final, rodeado del elenco completo, y resulta emocionantemente dramático, pues todos (personajes y actores, en ambas facetas) se muestran conmovidos, no sólo por las palabras que su personaje expresa, sino porque Tracy ya daba cuenta de estar en sus últimos suspiros, pues estaba enfermo. Una despedida de un grande, a la altura de su talento.
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