(* * *) BuenaUn enorme despliegue de producción demanda esta última película de Teresa Costantini, que rescata una historia real, ocurrida en Buenos Aires por el año1862: la tragedia desatada cuando, a los 16 años, la bella Felicitas Guerrero (Sabrina Garciarena), hija mayor de una familia de la burguesía comercial, se casó, por imposición de su padre (Alejandro Awada) con el rico estanciero Martín de Alzaga (Luis Brandoni), cuatro décadas mayor que la joven. El forzado matrimonio le impidió unir su destino al del gran amor de su vida, el joven Enrique Ocampo (Gonzalo Heredia), con quien sólo pudo tener encuentros esporádicos a lo largo de su existencia.
Esta historia de amor, que conmovió a la Buenos Aires del siglo 19, es mostrada por su directora con cierta morosidad, sin llegar a empañar (demasiado) el dramatismo de la historia. La puesta en escena, rica en vestuario, locaciones y algunos interesantes encuadres, sobresale por sobre otras necesidades que el filme pedía: actuaciones y guión. Frente a cierta lentitud antes apuntada, se suma una desacertada elección de la actriz protagónica. Si bien Garciarena aporta icuestionable belleza, sosegada ternura y perceptible refinamiento, le falta presencia cinematográfica aún para haberle encomendado semejante rol. En manos de una actriz más firme y con más destreza interpretativa, hubiera significado un plato mucho más exquisito para degustar. Sí es destacable la presencia de Antonella Costa, como la prima de Felicitas, que oculta mucho más en su interior que su perceptible cojera. Awada, Brandoni y Heredia están correctos, encabezando un elenco de varios actores y extras, al servicio de esta tragedia criolla que, quién sabe, no llegue a ser la elegida para representar a Argentina en la carrera del Oscar 2010... A la espera...
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