Si pudiésemos pedir un deseo, seguramente
el de muchos sería retornar a la época de la infancia, a esos años en los que
construíamos mundos imaginarios e interactuábamos con nuestros muñecos.
Para John Bennet no es necesario hacer ese
viaje al pasado; luego de pedirle un deseo a una estrella fugaz hace 27 años,
su osito de peluche Ted ha cobrado vida.
Pero, así como John ha crecido y hoy
tiene 35 años, Ted también creció a la par de él, y hoy tiene las ganas y
necesidades de un adulto. El estilo de vida alocado de Ted empieza a crear un
conflicto en la vida de John, porque el peluche se resiste a abandonar a su
dueño y saca de quicio a Lori, la novia de éste, que empieza a perder la
paciencia.
Resultan muy divertidas las andanzas de
este dúo de “amigos especiales”. Desde el comienzo de la cinta, Ted “se pone en
el bolsillo” al espectador con su desparpajo, simpatía y humor políticamente
incorrecto.
Protagonizada por Mark Wahlberg, Mila Kunis
y Seth MacFarlane doblando la voz del osito (además de dirigir el filme), el
guión tiene una estructura general bastante convencional, pero resultan
originales los gags y situaciones por las que atraviesan estos tres
protagonistas. La inclusión del actor Sam Jones, de la ochentosa “Flash Gordon”, entre
otras cosas, es un fiel homenaje a los años 80, reflejándose también en los
diálogos de los protagonistas, y en las escenas que parodian las grandes
películas de esa época (“¿Y dónde está el piloto?” por ejemplo).
Como una sitcom, “Ted” avanza a ritmo
alocado y divierte sin pausas; para ser su ópera prima, McFarlane no lo hace
para nada mal, seguramente por lo acostumbrado que está a los tiempos que exige
la televisión.
Como si fuera poco, a toda la cuestión
cómica y desenfadada, se incluye una subtrama semi-policial, con un lunático
(Giovanni Ribisi) que quiere raptar a Ted para regalárselo a su hijo.
Si bien el clímax y el final no están a la
altura de la originalidad de los gags (por lo obvio y edulcorado), no llegan a
desdibujarse las risas estampadas en los rostros de los espectadores que,
seguramente, sean los primeros agradecidos en que Ted haya cobrado vida, y tenga
cuerda para rato…
1 comentario:
En resumen, diría que ‘Ted’ es una comedia “tonta”, pero que funciona perfectamente. La gracia de ‘Ted’ está en el oxímoron que genera escuchar al “osito Teddy” con esa voz, las cosas que dice y las barrabazadas que hace. Alterna buenas y malas cuando propone su comicidad a partir de los diálogos en código entre dos amigos (lo cual es gracioso cuando uno es parte de ese hablar en código, sino no), en pavadas cotidianas de la vida en pareja y en chistes sobre la homosexualidad. Finalmente, ofrece un cúmulo interminable de remisiones y guiños muy eficaces, como los de Tom Skerritt, Flash Gordon o un Ryan Reynolds gay, entre otros. www.quecinemirar.blogspot.com
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