lunes, 13 de febrero de 2012
Crítica - "50/50" (2011), de Jonathan Levine: "EXCELENTE COMEDIA DRAMÁTICA SOBRE LA ENFERMEDAD MÁS TEMIDA" (por halbert)
ATENCIÓN: SPOILER / CONTIENE INFORMACIÓN SOBRE EL ARGUMENTO DEL FILME.
Cuando se habla de salud o, mejor dicho, de enfermedad, una de las palabras que más espanta es “cáncer” o “tumor”. Es típico que los pacientes con este diagnóstico respondan conmocionados e incrédulos, cuando se les avisa por primera vez, en una sala de consulta, con un médico que habla sin parar y con enorme frialdad, sobre la posibilidad de la muerte. De repente, hay una urgencia por distanciarse de lo inimaginable…
Eso mismo le sucede al pobre Adam Lerner (brillante y consolidado Joseph Gordon-Levitt), un joven de 27 años que, ni bien arranca el filme, se lo ve saludablemente haciendo footing por la ciudad y deteniéndose prudentemente ante un semáforo, a pesar de que no viene ningún auto.
Sin aviso, un severo tumor se ha apoderado de su columna vertebral y la posibilidad de vida está en un 50% (de ahí el título del filme que, originalmente, se iba a llamar “I´m with Cancer”). El transcurrir de la película es la lucha de Adam por sobrellevar su existencia con este nuevo padecimiento, que puede llevarlo inexorablemente a la muerte. Está de novio con una artista plástica algo superficial (Bryce Dallas Howard), su bromista mejor amigo lo insta a que la deje para huir juntos de parranda y su madre lo sobreprotege aún más.
El tratamiento del filme lejos está de querer arrancar la lágrima fácil como podría hacerlo, tal vez, un telefilme, dada la característica del conflicto principal. Sus toques de humor están tan equilibradamente incluidos que nos reímos y sufrimos con Adam. No hay subtramas que quiten el foco de lo que verdaderamente importa, que es, ni más ni menos, cómo enfrenta el personaje su imprevista dolencia. Para ello, su médico le sugiere concurrir a una terapia, y su psicóloga resulta ser una jovencita que está haciendo su tesis que lo recibe masticando un sabroso sandwich.
Ana Kendrick le aporta a este personaje la autenticidad, inseguridad y dulzura, que hará que Adam intente lidiar con su nuevo presente. Los encuentros entre estos dos personajes son uno de los puntos más altos de esta comedia dramática, por lo natural que resulta el contacto entre ambos y la relación que van construyendo. La sonrisa de Gordon-Levitt al verla entrar a la habitación de la clínica es de una ternura y un cariño que emocionan.
Anjelica Huston es la secundaria de lujo de este cast: como madre guardiana y belicosa aporta su enorme carisma en perfecta medida, tanto en el humor como el drama, en las diversas escenas que le toca protagonizar, como cuando se entera de la enfermedad de su hijo o cuando pide que bajen el aire acondicionado del consultorio médico. Seth Rogen acompaña muy bien al protagonista, demostrando que su personaje, a pesar de parecer un borrachín que sólo quiere llevar chicas a la cama, está muy al tanto de cómo acompañar a su par en esta adversidad que atraviesa.
Dirigida por Jonathan Levine sobre un guión original (autobiográfico) de Will Reiser, el filme emociona con armas muy válidas, sin caer en sentimentalismos berretas, entrelazando sonrisas y llantos en proporcionadas y pertinentes dosis. Esperanzadora en un 100% (no en un 50), la historia demuestra que el amor, la amistad, la familia y la enfermedad pueden convivir con Adam y, a corto o largo plazo, uno puede encontrarse a sí mismo disfrutando de todo lo que tiene, a pesar de acarrear una enorme cicatriz que atraviese nuestro cuerpo.
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