lunes, 19 de noviembre de 2007

"Quiéreme", de Beda Docampo Feijóo: PERSONAJES A LA DERIVA (por halbert)

Algunos manuales de Guión, cuando enfocan el tema de realización del perfil de un personaje, insisten en que el mismo debe modificarse, debe cambiar a lo largo de la historia; arranca de un estado de equilibrio, pero se enfrenta a un conflicto y a partir de allí se modifica. Esto le sucede a Francisco (o Pancho, jugado correctamente por Darío Grandinetti) un alegre cincuentón con novia más joven, que acaba de abrir un restaurante junto a ésta, para desplegar sus dotes como eximio chef. Es notorio que el único aporte de Pancho ha sido su arte culinario, ya que el dinero necesario para la empresa lo ha aportado el padre de la novia (Luis Brandoni), manifiestamente antipático con su futuro yerno.
La sorpresiva aparición de una niña en su domicilio hará que Pancho comience ese proceso de modificación. La niña en cuestión es nada menos que su nieta, una españolita de 7 años que viene con un video bajo el brazo, en donde su madre (o sea, la hija de Pancho) explica que por problemas personales debe dejarla con él. Pancho fue un padre abandónico, que años atrás se desligó de todo en España para hacer su vida en Argentina. Sin embargo, eso no le quitó tiempo para echar algunas raíces en el país europeo; raíces que dejaron frutos no tan deseados por él.
A partir de esta nueva presencia en su casa, su novia lo deja y su futuro suegro lo echa del lujoso piso que le paga a su hija.
Pancho queda a su merced con una nieta a cuestas y, con dinero prestado por su único y fiel amigo (Jorge Marrale), viaja a Madrid a devolver a la niña. Al llegar se tropieza con dos problemas: su hija no está, ha huido, pero la que sí está es la compañera de vivienda (Ariadna Gil) que no lo recibe para nada bien. Los tres deberán convivir en el departamento, con las clásicas dificultades que implica, e iniciar una búsqueda por tierras españolas atando los cabos necesarios para recuperar a la desaparecida mujer.
Pancho comienza a sortear los avatares de su nueva existencia pero también asumirá el rol de abuelo para conectarse con la niña y reconciliarse con su pasado.

Si bien los elementos de un buen guión existen en “Quiéreme” (un protagonista con conflicto, una clara antagonista que se le enfrenta, un objetivo a resolver) es difícil lograr una gran empatía con el personaje principal. El filme procura claramente emocionar con esta historia, utilizando los recursos audiovisuales necesarios para ello (música melosa, atardeceres en la playa, escena de llanto desconsolado en el clímax del filme, reconciliación de los antagonistas) pero no lo logra, posiblemente por no haber desarrollado muy bien algunas cuestiones más profundas del personaje de Grandinetti, al que le falta carnadura, no por un tema de actuación, sino por falta de exposición del trance interno que el personaje vive pero que no es desarrollado en el filme. Resulta dificultoso, como espectadores, comprometerse con el conflicto del mismo y por ende, el director nos deja afuera de esto, como mirándolo de lejos. Y la candidez del rostro de la niña o la picardía de algunas de sus respuestas no generan más que una leve sonrisa.
Desde lo técnico el filme cumple, regocijándonos la vista con las urbes madrileñas y barcelonesas, con proliferación de cuidados planos generales y armoniosos travellings en grúas, pero lamentablemente no alcanza para brindar la emoción pretendida en este filme que se desvanece sin huellas ante los imperturbables corazones de espectadores poco estimulados.

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