miércoles, 27 de octubre de 2010

Crítica - "La mentira infame" (1961), de William Wyler: SER GAY Y NO MORIR EN EL INTENTO (por halbert)





Basada en la obra teatral The Children's Hour (1934) de Lillian Hellman, el guión ataca uno de los temas más candentes en los últimos tiempos: la igualdad y el respeto institucional de personas homosexuales.
La mentira infame (titulada “La calumnia” en España) es un drama psicológico dirigido por William Wyler, protagonizado por Audrey Hepburn, Shirley MacLaine y James Garner. En la obra de Hellman, las protagonistas son dos buenas amigas y socias que dirigen una exclusiva escuela privada para niñas.
Karen (Hepburn) está comprometida con un doctor con el que pretende casarse pronto, aunque Martha (MacLaine) resiente esto al pensar que va a quedar sola al frente de la escuela.
Una alumna astuta y malévola, enfurecida por un castigo que ha recibido, oye por casualidad un comentario entre las maestras, y lo distorsiona al contárselo a su abuela, para acusar a las profesoras de ser amantes. El escandaloso rumor se extiende rápidamente por el resto de los padres, y al día siguiente la escuela se queda sin alumnas, ante la mirada absorta de las maestras.
La acusación arruina la vida de ambas docentes, dejándolas sin trabajo de la noche a la mañana. La sociedad, representada por los padres y habitantes del lugar, víctimas de los prejuicios homófobos de relacionar homosexualidad con abuso, y de pensar que la orientación sexual de un niño puede alterarse si está bajo la tutela de personas homosexuales, le da la espalda a estas mujeres que antes eran respetadas. Pronto Karen y Martha se enteran del contenido de la calumnia e intentan defenderse y probar que es mentira, pero el rumor está echado y les resultará muy dificultoso revertirlo.
William Wyler realizó una versión anterior de la misma obra bajo el título These Three en 1936, sin hacer referencias directas al lesbianismo, dadas las prohibiciones de la época.
Sin embargo, en 1961, si bien quedaban resabios de los tabúes sobre la sexualidad, pudo re-adaptar su propio guión y dejar al descubierto la hipocresía reinante frente a este tema.
El film evidencia lo intolerante de la comunidad en la que viven las dos mujeres y el perjuicio que pueden llegar a causar los infundados rumores. Pero la historia todavía tiene más para contar, produciéndose una revelación impensada promediando el filme, con Shirley MacLaine protagonizando una intensa escena, desencadenando un imprevisto final.
Arriesgarse a plantear estos embarazosos tópicos ya le vale al filme el calificativo de ser valiente, aun cuando el tratamiento del tema esté algo “alivianado” por las ideas homofóbicas del pasado: la homosexualidad se veía como una aberración inadmisible.
Las labores actorales son lo más remarcable de la película, dado que, al estar basada en una obra teatral, el punto fuerte está en los diálogos y en las tensas instancias que se viven. Si bien las actuaciones responden al estilo clásico de la época, donde se pueden ver ciertas exageraciones (especialmente en las niñas actrices), MacLaine y Hepburn aportan el gran profesionalismo actoral que ya tenían en su haber en esos años.
Si bien el mundo está avanzando lentamente frente a cómo ver a los homosexuales, todavía podemos notar restos de esta retrógrada mirada en películas contemporáneas, puesto que el cine políticamente correcto de hoy sigue dándole a estos personajes un rol secundario; o donde ser gay es una característica “especial” de un personaje y no solamente una orientación sexual que no debería tener ningún peso particular en el devenir del guión, sino simplemente el mismo peso que se le da a otro personaje por ser heterosexual. Evidentemente, todavía falta…

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