miércoles, 13 de agosto de 2008

Crítica - "Roma", de Federico Fellini: HOMENAJE A UNA CIUDAD (por halbert)

Como para que no queden dudas, ya desde el comienzo de “ROMA” se nos adelanta que no nos será contada una historia tradicional. Fellini presenta con esta producción de 1972 un filme evocativo de la ciudad en donde pasó sus años adolescentes, con algunos componentes de filme documental, por la proliferación de paisajes originales y costumbres del lugar.
El hilo conductor de esta particular obra es la presencia de un narrador (el mismo Fellini) que oficia de conector de las distintas partes que tienen como elemento común a la ciudad en cuestión, donde sus calles, sus monumentos, sus paisajes, su gente y su Historia son los protagonistas.
Aquí, como en “AMARCORD”, no existe un protagonista absoluto, o personajes delineados con un perfil psicológico específico que los hace actuar de determinada manera. En cada parte del filme se ven personajes reconocibles, entre ellos, un Fellini joven que llega a la gran ciudad en la pre-guerra y participa de los eventos que allí se suceden: desde una cena en un restaurante al aire libre con todo el pueblo reunido allí, o la proyección de películas en el cine del barrio, hasta las visitas a los burdeles en donde la abundancia de la carne femenina (de prostitutas específicamente) aparece nuevamente como elemento que se repite en muchos de sus filmes. Fellini nos hace viajar en el tiempo, viniendo desde el pasado hasta el presente, introduciendo a su propio equipo de filmación y apareciendo él mismo, en un juego del ´filme dentro del filme´, para mostrarnos la Roma actual (la de 1972) con los hippies expresando su amor y libertad, con los turistas que la visitan, o con un equipo que cava un túnel para la construcción del subterráneo.
Hay escenas destacables o momentos aislados que son dignos de mención por su peculiaridad y belleza visual, pero que no logran hacer del filme una obra interesante; estos son:
a) una especie de desfile de modas de extraños y coloridos atuendos para cardenales, curas y monjas;
b) la visita a los dos prostíbulos: para el populacho y para la gente adinerada;
c) el choque de la urbanización con el arte antiguo, reflejado en el descubrimiento arqueológico de los frescos que desaparecen al contactarse con el aire del exterior, provocado por las excavaciones para la construcción del subte;
d) el ´truco´ interesante en el momento en que una turista pide ser fotografiada con su cámara y el plano siguiente muestra lo que supuestamente la cámara fotográfica enfoca, para continuar (sin cortar) con un paneo a la derecha mostrando el paisaje que la rodea, dando cuenta con la toma siguiente que lo que estábamos viendo era lo que la cámara del equipo de Fellini estaba filmando.
“Roma” tiene elementos que luego se repiten en posteriores películas, principalmente en “Amarcord” (1974): la utilización de planos generales del pueblo en las plazas, la presentación de shows visuales (en Roma: el desfile de modas, en Amarcord: los números musicales), la presencia del sexo carnal y el debut sexual, la reunión casi sagrada de la ´familia unita´ a la hora de la cena, etc.
Como cierre, el director introduce un guiño al espectador, utilizando para despedirse a Anna Magnani, la gran actriz de la época del Neorrealismo italiano, y protagonista del clásico ROMA, CIUDAD ABIERTA, co-escrito por el mismo Fellini en 1945, en donde la filmación en las calles, la apariencia de documental y la participación de actores no profesionales era moneda corriente en este tipo de filmes. Como evocándolos, Fellini hace su propia presentación de su amada ciudad, entregando una obra que, si bien es difícil de digerir por lo apuntado sobre la ausencia de una historia tradicional, respira autenticidad y resulta un homenaje a una de las ciudades más bellas del mundo.

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