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Al principio de la película conocemos a Alan (Don Cheadle), exitoso dentista que vive en Nueva York con esposa e hijas; pero, a pesar de su éxito profesional y personal, se muestra insatisfecho con su vida, y parece desear algo más. Entonces, casualmente, reconoce en la calle a Charlie, su antiguo amigo universitario. Al entablar conversación, descubre la severa disfunción emocional del pobre viudo. Conmovido, Alan tratará de ayudarlo, a pesar de que Charlie se resiste a salir de su extraña depresión. Con la inesperada ayuda de una amable psicóloga (Liv Tyler) y una paciente de su consulta dental, el bienintencionado Alan tratará de rescatar a su ex compañero y, a su vez, se rescatará a él mismo de su propia infelicidad.
La historia dramática es irrefutable y evidente, dado que el mundo entero se vio conmovido por la trágica voladura de las Torres Gemelas, y es difícil no sentir compasión por el pobre Charlie. Pero en este filme de Mike Binder (“Enredos del corazón”) sucede exactamente lo mismo que en el malogrado filme de Oliver Stone, “Las Torres Gemelas”, sobre dos policías pertenecientes a la Autoridad Portuaria que quedan sepultados entre los escombros del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, tras intentar ayudar a la gente a salir de las torres.
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Es meritorio que Adam Sandler se corra de su disparatado registro cómico, pero en manos de un actor dramático, o incluso de otros actores cómicos que tuvieron mejor suerte con interpretaciones dramáticas (léase Robin Williams, y hasta Jim Carrey) el guión hubiera trepado más de a lo que llega, aunque, por breves momentos, Sandler conmueve en un par de escenas. Por su parte, Don Cheadle no ofrece material suficiente para lucir su habitual talento.
Binder (director y guionista) incluye, en cada uno de los conflictos de sus dos protagonistas, algunos buenos parlamentos y reflexiones sobre el sufrimiento de perder a un ser querido o sobre la madurez del hombre, que se plantea cuestionamientos sobre lo que realmente es el "éxito". Por lo demás, es una película entretenida, por momentos interesante, pero también visiblemente manipuladora, por lo que no resulta útil como análisis o reflexión sobre la Nueva York post 11-S.
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