Ambientada en el mundo de la aristocracia, la obra original relata la historia de una mujer que, a pesar de estar casada, mantiene un romance con otro hombre que pertenece a la nobleza.
Lo más original y notorio del filme de Joe Wright (“Orgullo y prejuicio”, “Expiación, deseo y pecado”) es su puesta en escena, pues propone un montaje teatral, es decir, como si toda la acción sucediera en un teatro, donde se dejan ver las luces, las bambalinas, las cuerdas que sostienen los fondos de cartón, y los personajes entran y salen en esos decorados móviles, que se adaptan de acuerdo a las necesidades de la historia. Tal vez, esa decisión estética tiene que ver con una cuestión de producción, o sea, con el fin de concentrar todos los escenarios del filme en uno solo, solucionando todos los problemas posibles en cuanto a la búsqueda de locaciones. Lo malo es que ello resiente, en parte, la intensidad dramática del filme, pues, en definitiva, estamos viendo a “personajes” que se mueven dentro de varios escenarios a la vista del espectador.
Keira sabe moverse en esta clase de personajes (de hecho, resulta más “cómodo” verla en este tipo de roles que en otros más contemporáneos), sólo que esta vez tiene a su cargo un personaje que es, a la vez, heroína y anti-heroína, similar al que compuso hace pocos años en “La duquesa”.
Nominada muy justamente a 4 Oscars en rubros técnicos (Música, Fotografía, Dirección de Arte y Diseño de Vestuario), el filme de Wright (alejado de su anterior “Hanna”) es visualmente fastuoso, con una excepcional ambientación y un diseño de producción imponente.
1 comentario:
No me he decido a verla. La tengo pendiente hace días, pero le he cogido cierto recelo. Voy a esperar.
Saludos.
Publicar un comentario