lunes, 16 de noviembre de 2009

Crítica - "Los secretos de Harry" (1997), de Woody Allen: LA FICCIÓN DENTRO DE LA REALIDAD DE LA FICCIÓN (por halbert)

“Los secretos de Harry” resulta una de las mejores películas de Woody Allen de su década noventosa. La gran capacidad de manejar varias historias a la vez lo posiciona como un gran contador de cuentos cinematográficos, sin dejar nunca de lado la autorreferencia, ya sea en materia de relaciones amorosas, como de otras asociadas a la religión, la muerte, el sexo, el psicoanálisis y el bloqueo creativo, entre otras.
En esta "Deconstructing Harry", Allen interpreta a Harry Block (el apellido de su personaje no es casual, obviamente: block = bloqueado), un escritor que acaba de sacar una novela en la que, a través de diversos personajes e historias, cuenta ni más ni menos que su propia vida. El problema surge cuando los seres reales en los que se basó para escribirla se rebelan ante él por los oscuros secretos que saca a la luz en esas pequeñas historias.
Harry va a ser agasajado por una antigua universidad y, debido a su fobia social, no encuentra quién lo acompañe al evento. Es por eso que le pide a un viejo conocido que vaya con él, además de contratar a una prostituta negra y raptar a su pequeño hijo (ya que su ex no le permite llevarlo al homenaje) para, juntos, dirigirse al lugar, con muy poca suerte…
Y así somos partícipes, a través de pequeños relatos presentados en pantalla, de diversas short stories que describen parte de la vida de Harry en distintos momentos de su existencia.
Es de remarcar aquélla en la que un joven, en medio de una sesión de sexo con una prostituta japonesa, recibe la inesperada visita de la Muerte, que viene en su búsqueda confundiéndolo con otro. O la que tiene por protagonista a un actor que está fuera de foco todo el tiempo: literalmente se lo ve borroso y no puede ser registrado nítido por ninguna cámara. O aquélla en la que una psicóloga sensual se convierte en una esposa obsesionada con la religión judía (y que reza hasta para realizarle sexo oral a su marido).
En cuanto a lo técnico, lo que más sobresale esta vez en un filme de Allen, es el montaje. La vida cotidiana del escritor, colmada de estrés, nerviosismo, manías y titubeos, nos la comunica con planos rápidos, repetitivos, montados con pequeñas elipsis entre uno y otro, lo que provoca ansiedad en el espectador.
Y en cuanto a lo actoral, nunca tantas estrellas de cine se dieron cita juntas en un filme del neoyorkino director. Aquí va la lista: además de Allen están Tobey Maguire, Robin Williams, Demi Moore, Kirstie Alley, Billy Crystal, Judy Davis, Elisabeth Shue, Julia Louis-Dreyfuss, Stanley Tucci, Amy Irving, Mariel Hemingway, entre otros.
La escena sublime en la que Harry es aplaudido y vitoreado por todos los personajes de su novela, resulta la gran metáfora de esta historia, aquélla en la que un artista al que le cuesta relacionarse con las personas, es amado por los seres que él mismo se inventó para subsistir y para salir del bloqueo creativo y seguir regalando historias para reír, llorar, pensar y emocionar. ¡Bien por Harry / Woody!

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