El término whodunit proviene de la contracción en una sola palabra de la pregunta inglesa Who has done it? ("¿Quién lo ha hecho?") y hace referencia a una variedad de trama compleja dentro del género policial, en la que un enigma o una especie de rompecabezas es su principal característica de interés. En este subgénero se proveen al espectador los indicios acerca de la identidad del autor de un delito, para que pueda deducirlo antes de la resolución. Por lo general la investigación suele ser realizada por un detective, pero en el caso que nos ocupa, es un padre quien debe ponerse en la piel de un Sherlock Holmes.
El atrayente planteo de “Séptimo” parte de una situación frecuente como la de llevar a los chicos a la escuela; Sebastián (Ricardo Darín), un abogado al que le espera un día muy complicado en lo laboral, se verá metido en un problema para el que no tenía nada planeado. Está separado de su mujer (la española Belén Rueda, de “El orfanato”) y pasa por el departamento que solían compartir como familia, a buscar a los chicos para llevarlos al colegio. Oponiéndose a su exmujer, practica un juego con los niños, que consiste en una carrera hasta la planta baja: ellos por escalera, él por ascensor.
El drama arranca cuando, al llegar a destino, los hijos no aparecen y, según el portero, que se encuentra en la mesa de entrada, no han salido del edificio. Sebastián, primero con extrañeza y luego con pánico, comenzará una búsqueda frenética, dentro y fuera del edificio, para intentar hallarlos.
Es innegable que el filme mantiene el nerviosismo en toda su extensión; su corta duración ayuda a que no se disipe la tensión generada por el conflicto sufrido por el personaje central. Y eso es lo que más tiene a favor. Lo malo es que los perfiles de casi todos los personajes parecen ser más fieles al guion que a ellos mismos: no tienen demasiada carnadura, no parecen muy creíbles y solo son funcionales a la historia. Al margen de ser un padre en problemas, el personaje de Darín es un abogado con todas las luces, y uno se pregunta si realmente reaccionó como debiera cuando, supuestamente, todo se resolvió. (Es imposible ahondar más sin develar la resolución, y no es la intención de estas líneas).
"Séptimo", thriller porteño del ibérico Patxi Amezcua (del cual además es co-guionista junto al argentino radicado en España Alejo Flah) logra identificar al espectador con el protagonista, y vivir con él toda la angustia que genera una situación tan inquietante. Si bien no defrauda a los amantes del género del suspenso, su resolución no deja indiferente a nadie, pero no necesariamente por resultar buena, sino por parecer demasiado forzada, casi llegando al límite de lo inverosímil. El guion desbarranca hacia el final, cuando la verdad se descubre, por el afán de generar sorpresa.
La factura técnica y un elenco secundario de encumbrados actores como Luis Ziembrowski, Osvaldo Santoro, Guillermo Arengo y Luis D´elia no logran redondear un producto 100% efectivo, pero entretiene de principio a fin y, al menos, en el cine, eso es muy valioso.