Hace exactos 49 años, el 5 de agosto de 1962, la actriz estadounidense Marilyn Monroe, el gran mito erótico de los años cincuenta, fue hallada muerta en su casa de Hollywood. Aunque el forense dictaminó que la actriz se había suicidado con una sobredosis de somníferos, las causas de su muerte permanecen aún confusas; se apreciaron algunas contradicciones en el informe médico de su trágico fin. Por falta de pruebas los investigadores dejaron abierta la posibilidad de que hubiera sido asesinada. También otras teorías sugerían que John y Robert Kennedy tuvieron algo que ver con la muerte de Monroe, incluso se dice que fue un crimen de intereses.
Las dificultades profesionales y su agitada vida sentimental parecieron estar en el origen de su muerte. La jovialidad y el vivir despreocupado de sus roles en el cine se corresponden poco con el verdadero perfil de su vida, marcada por las contradicciones y los complejos de una niñez y una juventud desgraciadas, seguidas después de un éxito arrollador al que no supo hacer frente.
De verdadero nombre Norma Jean Baker, nació el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles, en el estado norteamericano de California. Su infancia y adolescencia transcurrieron entre un orfanato, la casa de sus abuelos y las de varias familias que la adoptaron. Marcada por la inestabilidad emocional y la pobreza, a los 20 años un fotógrafo de modas la descubrió y la convenció de que se hiciera modelo. Paralelamente, su carácter inquieto y deseoso siempre de adquirir nuevos conocimientos la llevó a tomar clases de arte dramático.
Sus innumerables trabajos publicitarios hicieron que en 1947 el magnate Howard Hughes, propietario de la compañía cinematográfica R.K.O., le ofreciera hacer unas pruebas de pantalla con el objeto de saber si podía dar juego ante una cámara cinematográfica. Y vaya que sí. A partir de ese año, y sin detenerse, Marilyn Monroe se convirtió en estrella cinematográfica y en ícono mundial.
Tres días después de su deceso, Joe DiMaggio, su segundo esposo, realizó el funeral en privado. Lee Strasberg pronunció las siguientes palabras de despedida: «No puedo decirle adiós a Marilyn, nunca le gustaba decir adiós. Pero, adoptando su particular manera de cambiar las cosas para así poder enfrentarse a la realidad, diré 'hasta la vista'. Porque todos visitaremos algún día el país hacia donde ella ha partido». Sus restos se encuentran en el Cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles, California.
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