El hecho de tener que ser testigos del descalabro sufrido por una familia en su casa de vacaciones, ante la irrupción de dos maleantes que deciden jugar perversamente con sus vidas, resulta una prueba extremadamente difícil de superar para el desprevenido (y también prevenido) espectador. Una mujer, su marido y su pequeño hijo se preparan para disfrutar de una semana de vacaciones en su casa del lago. Mientras vemos, al inicio del filme, algunos planos generales con cámara cenital, siguiendo el recorrido del auto que los transporta y escuchando música clásica, Haneke nos prepara para lo que se viene, haciendo irrumpir a los créditos iniciales con una música de rock metálico a trepidante ritmo, contrastando con las imágenes de la familia sonriente, ansiando el tiempo de descanso estival.
Este es uno de los pocos momentos (o único) en que se escucha música, pues a lo largo de la cinta, diálogos y ruidos serán los únicos protagonistas en cuanto a banda sonora, incluyendo los desgarradores gritos y los penosos llantos.
A pocos minutos de comenzada la historia, la apacibilidad de la familia se interrumpe y dos jóvenes de aspecto cuidado, vestidos con ropas claras y hasta con guantes blancos (muy al estilo de los malhechores de LA NARANJA MECÁNICA, incluyendo su antipática ironía) se presentan en la casa, dando comienzo a la lenta agonía que les espera a los sorprendidos dueños de casa.
Pocas veces puede pasar uno por estas experiencias. Si bien está lleno de largometrajes que incluyen escenas de violencia, aquí no es tanto lo que se ve o se muestra, sino el perverso juego psicológico que rodea a la situación; de ahí el título de la obra (JUEGOS DIVERTIDOS, obviamente con su correspondiente carga irónica).
Con la misma devastadora sensación que dejan filmes como HENRY - RETRATO DE UN ASESINO de John McNaughton, o IRREVERSIBLE de Gaspar Noé, Michael Haneke propone un cine en el que se dedica a analizar la violencia y sus terribles consecuencias.
Si Haneke no fuera un director reconocido mundialmente por muchas de sus buenas películas (LA PROFESORA DE PIANO o CACHÉ – ESCONDIDO), uno podría acusar a esta FUNNY GAMES, como una provocadora y vacía película que sólo se regodea en su insano placer morboso de querer mostrar la violencia como inherente a la raza humana.
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La primera sensación al terminar de ver el filme es tildarla de absoluta porquería, con el arrepentimiento de haber pagado una entrada o presionado la tecla PLAY de nuestro reproductor; sin embargo, la morbosa necesidad de seguir viéndola para luego quejarse es, en palabras de Haneke, de alguien hipócrita.
Como si no fuese suficiente, en breve se estrena la remake norteamericana (ya pasó por el BAFICI aquí en Buenos Aires), con Naomi Watts, Tim Roth y Michael Pitt, y firmada por el inigualable Haneke.
Vale la experiencia asistir al tormentoso visionado de FUNNY GAMES, ya sea en su versión austríaca o estadounidense, con la salvedad de, al menos, haber sido advertido en estas líneas.
Como bonus: Trailers de la versión original 1997 y de la remake 2007.
2 comentarios:
faaa con todo esta morbosidad me dio ganas de verla, soy cómplice de la violencia..y qué pretendías?? si Rial sigue en la tele.
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