El encargado de realizar la operación es un buen amigo de Clay, el doctor Jack Harper (Terrence Howard), que alguna vez le salvó la vida en una sala de hospital.
Cuando el ansiado órgano llega, todo se prepara con urgencia para la gran operación. Habiéndose despedido de su madre y su reciente esposa con un "Hasta luego", Clay es llevado a la sala de operaciones y ambas mujeres aguardarán nerviosas en la sala de espera, a pesar de rivalizar por el desacuerdo que las enfrenta.
Pero durante la intervención, Clay no sucumbe a los efectos de la anestesia, se halla atrapado en un estado cataléptico que lo hace permanecer consciente de todo lo que sucede, sintiendo cada incisión y escuchando todo lo que allí se habla.
Sorprendido y aterrado por la extraña situación en la que se encuentra, ese estado le permitirá saber que es víctima de una trampa, en la que están involucradas personas de las que jamás sospechaba, y deberá luchar por su vida, a pesar de estar inmóvil. Electrizante y original thriller que depara más de una sorpresa a lo largo de sus sintéticos 84 minutos de duración. Es perfecto el recurso elegido por el guionista y director para hacer que el joven empiece a atar cabos de la trama urdida en su contra, para que el espectador, junto al protagonista, comience a horrorizarse, y no sólo por lo que Clay sufre cada vez que un bisturí se clava en su anatomía, sino por el terror que le produce enterarse de quiénes son los que lo quieren ver muerto.
Cada personaje principal tiene intereses ocultos que a lo largo del metraje salen a la luz, gracias a formidables giros sorpresivos que el director consigue dosificar con acierto.
La manera en la que el montaje narra los mismos acontecimientos pero desde distintos puntos de vista, justo cuando el espectador ya tiene más datos de la historia y se da cuenta de detalles que antes había pasado por alto, es uno de los puntos más sugestivos de "Bajo anestesia".
Con correctas actuaciones, principalmente de Lena Olin y el cada vez más visto Terrence Howard, el filme dista de ser brillante por algunas concesiones que, como espectadores, deberíamos hacer en cuanto a algunas resoluciones de la trama. Pero se disfruta tanto en una butaca de cine como en la cómoda cama de nuestra habitación; eso sí, nunca antes de acostarnos en una camilla rumbo al quirófano... por las dudas...
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