El filme arranca con un largo plano-secuencia desde gran altura con la vista de un parque y, mientras vemos los títulos de inicio, el zoom va acercándose hacia lo que nos interesa: una pareja caminando en círculos por la plaza, hablando, sin saber que están siendo grabados por un equipo de personas que los ha seguido, dirigidos por Harry Caul, un experto en escuchas. Percibimos gran parte de lo que dicen, pero aún no adquiere ninguna significancia particular. En pocos días, Harry deberá llevar la cinta a la gente que se la encargó, para poder cobrar el dinero prometido.
A lo largo del filme, esta escena de la grabación se va repitiendo y superponiendo todo el tiempo, a medida que Harry la va escuchando y desmenuzando para comprender su significado. Él es un hombre conocido y profesional dentro del mundo de la seguridad, de las escuchas y del trabajo detectivesco. Uno de sus encargos de grabación del pasado lo tuvo muy inquieto, dado que provocó varios asesinatos; y esa sensación vuelve a aparecer ahora por las características de la conversación que ha grabado: él cree que también podría provocar muertes. Es creyente en Dios y eso le provoca remordimientos por la tarea que lleva adelante.
A medida que los días pasan, lo que comienza como un trabajo profesional se va transformado de a poco en una obsesión personal, dado el vacío del personaje en su vida privada.
Hay una larga secuencia que sucede mayormente una noche, en su taller de trabajo, en una pequeña reunión con sus compañeros, en donde, más que sumar a la trama, aporta al perfil del personaje y su lenta transformación. Cuando en un momento él es grabado en broma por uno de sus compañeros, se da cuenta de lo intrusiva que es su labor, y se molesta.
Algunos fragmentos del audio grabado de la conversación vuelven a escucharse una y otra vez, armando de a poco un rompecabezas que va cobrando significancia en la cabeza del detective y en la del espectador también. Y lo que se creía que iba en una dirección, respecto del asesinato que podría cometerse, termina en un final impensado.
Todo está enfocado, más que en la historia que se cuenta, en las características del protagonista; y dada la temática y la trama del filme, el sonido se revela como primordial: lo que se escucha y cómo se escucha tiene gran importancia dramática. La iluminación es algo tosca, un poco básica, pero no llega a ensuciar el devenir de la historia; en todo caso, no le suma al guión desde ese lugar.
Es fundamental la figura de Gene Hackman en la película y la poca exteriorización de los sentimientos de su parco rol. Algunos de sus miedos y pesadillas son visualizados y, como espectadores, somos partícipes de ellos, sabiendo que no están ocurriendo, descubriendo el revés emocional de su psiquis, representado más que nada en la escena final, dentro de su departamento.
Hay breves actuaciones de dos jovencísimos Harrison Ford y Teri Garr, sumadas a la aparición de Robert Duvall en un rol brevísimo pero crucial, fuera del cast.
The conversation es uno de los más aclamados trabajos de Coppola, ganador de la Palma de Oro, con un soberbio sonido dirigido por Walter Murch, por el que estaría nominado al Oscar al mejor montaje de sonido, además del guión y Mejor Filme. Resulta un relato gris y opaco, de aletargado ritmo, pero con gran densidad psicológica. Considerada por muchos una de las obras magnas de su realizador, La conversación no se ha marchitado para nada; obviamente sin alcanzar la pericia de los dos primeros padrinos.