Anita come con ansias el desayuno que su mamá le preparó: chocolatada con vainillas.
Anita se baña sola, pero su mamá está presente indicándole las partes de su cuerpo que deben lavarse, una por una.
Anita se va a dormir, y su mamá, desde la cama de al lado, la toma de la mano y canta una canción.
Anita y su mamá siempre están juntas, inseparables, incondicionales, compañeras...
Pero Anita no es una nena: es una joven que tiene síndrome de Down y vive con Dora, su madre, en la vieja casa familiar. Ambas trabajan juntas en la librería que está justo al lado de la casa, a pocos metros de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina).
A las 9:53 del lunes 18 de julio de 1994 una bomba arrasó con el edificio de la AMIA, truncando sueños y esperanzas de 86 personas, víctimas fatales, dejando, además, centenares de heridos. Y ese día, Dora, que dejó a Anita en la librería mientras iba a la mutual a cobrar la pensión por la incapacidad de su hija, nunca más regresó...
Anita no entiende lo sucedido y, confusa, es sacada de la zona de derrumbe, perdiéndose en la gran ciudad, donde comienza una larga odisea. Siendo buscada por su hermano mayor, la joven se cruzará con diversos personajes que la ayudarán (o no) a encontrar su lugar.
Protagonizada por Norma Aleandro, Leonor Manso, Luis Luque, Peto Menahem y la presentación de Alejandra Manzo, el filme tiene un tratamiento "a la road movie", pero sin ruta y sin auto. Anita deambula por las calles y se topa con disímiles caracteres: un fotógrafo alcohólico mal divorciado y sin trabajo; la dueña de un supermercado chino que la cobija a desgano; una enfermera de los suburbios bonaerenses que la cuida y la adopta como hija... Todos interactúan con la frágil Anita, pero parecen no saber cómo devolverla a su hogar. Este es un punto algo forzado del guión, porque si bien uno de estos personajes explica por qué no llamó a la policía o la llevó a un hospital ("para que no la internen en un psiquiátrico"), no se justifica demasiado que a nadie se le ocurra pensar que Anita debe estar siendo buscada por alguien y es imperativo llevarla, por lo menos, a una comisaría.