Hitchcockiana de pies a cabeza (incluyendo los creativos créditos iniciales), el presente filme extrae las miserias de un pobre desgraciado que lucha por su supervivencia.
Paul Conroy es un camionero que despierta dentro de un viejo ataúd de madera, enterrado vivo. Desconociendo lo que le sucedió, descubre que el único medio para escapar de esa pesadilla es un celular, un encendedor, un lápiz y no mucho más que tiene consigo. La poca batería y la falta de oxígeno son los principales conflictos a enfrentar para lograr huir. Además, cuenta con casi 2 horas para ser rescatado.
A medida que los minutos pasan y va logrando comunicarse con distintas personas a través del teléfono, se irá develando por qué está allí y qué armas puede usar para conseguir el pase que lo puede liberar. Pero deberá lidiar con lo inimaginable, y hacerle frente.
Ryan Reynolds merece una enorme parte del mérito de este inusual filme; la cámara lo recorre por completo, lo muestra en primerísimos primeros planos y en planos detalle de su desarticulado rostro y su estrujado cuerpo. La hora y media de película transcurre dentro de la caja de madera que lo tiene encerrado, un ataúd improvisado que lo atrapa física y psicológicamente. La situación del protagonista es directamente siniestra, y paralelamente a él sufrimos su desafortunada (malísima) suerte. No hay nada que este actor haya filmado antes que esté a la altura de esta tremenda exigencia física y emocional.
El director Rodrigo Cortés no es para nada concesivo con el espectador y logra dejarlo estupefacto en su butaca, golpeándolo con una historia cruda, claustrofóbica, inexorable… Obtiene de cada minuto un momento desesperante y, a pesar que todo transcurre allí dentro, se pueden vivenciar momentos de horror, de suspenso y de melodrama, gracias a la minimalista pero efectivísima puesta en escena.
La crítica hacia la política de EEUU es evidente y virulenta, no sólo por los daños colaterales a raíz de la participación en una horrorosa guerra inútil, sino por la intolerable burocracia de algunas instituciones y por la hijaputez de las grandes empresas que no se hacen cargo de sus responsabilidades.
Es un film que merece verse en el cine; resulta la única manera de que perturbe y atrape como pretende. Agonizante, doloroso, opresivo, punzante, sobrecogedor.
Paul Conroy es un camionero que despierta dentro de un viejo ataúd de madera, enterrado vivo. Desconociendo lo que le sucedió, descubre que el único medio para escapar de esa pesadilla es un celular, un encendedor, un lápiz y no mucho más que tiene consigo. La poca batería y la falta de oxígeno son los principales conflictos a enfrentar para lograr huir. Además, cuenta con casi 2 horas para ser rescatado.
A medida que los minutos pasan y va logrando comunicarse con distintas personas a través del teléfono, se irá develando por qué está allí y qué armas puede usar para conseguir el pase que lo puede liberar. Pero deberá lidiar con lo inimaginable, y hacerle frente.
Ryan Reynolds merece una enorme parte del mérito de este inusual filme; la cámara lo recorre por completo, lo muestra en primerísimos primeros planos y en planos detalle de su desarticulado rostro y su estrujado cuerpo. La hora y media de película transcurre dentro de la caja de madera que lo tiene encerrado, un ataúd improvisado que lo atrapa física y psicológicamente. La situación del protagonista es directamente siniestra, y paralelamente a él sufrimos su desafortunada (malísima) suerte. No hay nada que este actor haya filmado antes que esté a la altura de esta tremenda exigencia física y emocional.
El director Rodrigo Cortés no es para nada concesivo con el espectador y logra dejarlo estupefacto en su butaca, golpeándolo con una historia cruda, claustrofóbica, inexorable… Obtiene de cada minuto un momento desesperante y, a pesar que todo transcurre allí dentro, se pueden vivenciar momentos de horror, de suspenso y de melodrama, gracias a la minimalista pero efectivísima puesta en escena.
La crítica hacia la política de EEUU es evidente y virulenta, no sólo por los daños colaterales a raíz de la participación en una horrorosa guerra inútil, sino por la intolerable burocracia de algunas instituciones y por la hijaputez de las grandes empresas que no se hacen cargo de sus responsabilidades.
Es un film que merece verse en el cine; resulta la única manera de que perturbe y atrape como pretende. Agonizante, doloroso, opresivo, punzante, sobrecogedor.
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