Alvy Singer, neurótico comediante cuarentón de clubs nocturnos, hace un minucioso balance de su vida luego de separarse de su novia Annie (Diane Keaton). Cuenta sus amores, sus matrimonios y en especial la relación con ella. Desde el inicio de “Annie Hall: Dos extraños amantes” sabemos que Woody Allen será el protagonista de la historia. Alvy nos presenta su situación hablando a cámara, contándonos chistes e informándonos de su separación de Annie. A partir de aquí se suceden una gran cantidad de flashbacks durante los 90 minutos que dura el filme, descubriendo los momentos memorables de la vida de Alvy y de su relación con Annie, marcada por el encuentro, el enamoramiento, la convivencia y la ruptura. Pero lo peculiar es que esas vueltas atrás en el tiempo no tienen cronología de ningún tipo, responden a lo que se hace referencia mediante los parlamentos de los protagonistas. Y lo que es mejor: los protagonistas se meten dentro de esos recuerdos.
El primer salto a la niñez de Alvy es presentado con su voz en off intercalada con la de los personajes del recuerdo, y cuando menciona que “confundo realidad con fantasía”, una mujer de ese recuerdo pasa por cámara y saluda tirando un beso. Además, el Alvy adulto se mete en su propio recuerdo del colegio, discute con su maestra y escucha a sus propios compañeritos que, hablando como si fueran de 40, dicen lo que la vida les deparó a cada uno.
En el primer recuerdo con Annie, cuando esperan para entrar al cine, mira a cámara para quejarse del molesto hombre que tiene detrás (recurso que repetirá en muchas ocasiones del filme) con el que discute acerca del teórico Marshall McLuhan y, en un momento muy ingenioso, hace entrar en la escena al mismísimo McLuhan para pedirle a él su opinión sobre la discusión; como cierre de escena resulta francamente desopilante.
Cuando en un flashback Annie le menciona a Alvy algo acerca de su primera esposa, se pasa por corte a ese recuerdo, sin mediar transición alguna. Y cuando es el turno de Annie de hablar de sus novios, también se mete en sus recuerdos acompañada de Alvy, viéndose a ella misma más joven, participando ambos de la escena que se recuerda. Un nuevo comentario de Annie acerca de las novias de Alvy nos llevan a un nuevo recuerdo.
Como se ve, en general la aparición de los flashbacks responde al diálogo que mantienen ambos protagonistas y para marcarlos Allen no echa mano a los clásicos encadenados, ni a los cambios de clave lumínica o uso de color sepia o blanco y negro; el corte directo da paso a los mismos sin generar ninguna duda de cuál es el tiempo en el que se desarrollan las acciones.
Otros recursos divertidos los pone en práctica en dos escenas: la de la terraza, donde la pareja habla de trivialidades pero mediante subtítulos nos enteramos realmente lo que están pensando; y la aplicación del montaje sonoro durante la audición en el pub, dejando en el mismo plano el sonido ambiente del bar (murmullo, platos que se rompen, teléfono sonando) junto a la lánguida voz de Annie cantando “It had to be you”, demostrando la poca presencia de Annie frente al auditorio.
Son constantes las situaciones utilizadas para causar gracia: desde los chistes que cuenta Alvy en el escenario, hasta la introducción de un Alvy en versión animada, o el malentendido con el agente de policía.
Es ingenioso que Allen demuestre que nuestro protagonista no quiere sentirse antihéroe o bien no acepta su realidad y queda plasmado en la representación que dos actores de teatro hacen de la obra que Alvy ha escrito, repitiendo una escena que vivió con Annie en la vida real, pero cambiando el final triste que tuvo.
El ritmo general es ágil y todo se apoya en los diálogos. Ellos definen la duración de las escenas que se ven constantemente “interrumpidas” por los flashbacks que ilustran lo que se cuenta.
Un último recuerdo nos muestra un reencuentro de Annie y Alvy ya separados, y dentro de éste vemos pequeños flashes de diferentes momentos de la relación (algunos vistos anteriormente, otros filmados desde otra posición de cámara y otros no vistos). Alvy finalmente queda solo luego de despedirse de Annie y en off reflexiona sobre el modo en que el ser humano se relaciona, sobre su necesidad de amar y no estar solo.
Este filme de 1977 es un hito en la filmografía de Allen, no solamente por la gran cantidad de recursos de montaje aplicados, sino por la profundidad de su mensaje, más en aquellos años en que se destacaba por comedias livianas, precediendo además a otra obra importante de su filmografía como lo fue “Manhattan” (1979). Además fue su única película ganadora de 4 Oscars (mejor filme del año, mejor actriz para Keaton, guión y dirección para Woody).
El primer salto a la niñez de Alvy es presentado con su voz en off intercalada con la de los personajes del recuerdo, y cuando menciona que “confundo realidad con fantasía”, una mujer de ese recuerdo pasa por cámara y saluda tirando un beso. Además, el Alvy adulto se mete en su propio recuerdo del colegio, discute con su maestra y escucha a sus propios compañeritos que, hablando como si fueran de 40, dicen lo que la vida les deparó a cada uno.
En el primer recuerdo con Annie, cuando esperan para entrar al cine, mira a cámara para quejarse del molesto hombre que tiene detrás (recurso que repetirá en muchas ocasiones del filme) con el que discute acerca del teórico Marshall McLuhan y, en un momento muy ingenioso, hace entrar en la escena al mismísimo McLuhan para pedirle a él su opinión sobre la discusión; como cierre de escena resulta francamente desopilante.
Cuando en un flashback Annie le menciona a Alvy algo acerca de su primera esposa, se pasa por corte a ese recuerdo, sin mediar transición alguna. Y cuando es el turno de Annie de hablar de sus novios, también se mete en sus recuerdos acompañada de Alvy, viéndose a ella misma más joven, participando ambos de la escena que se recuerda. Un nuevo comentario de Annie acerca de las novias de Alvy nos llevan a un nuevo recuerdo.
Como se ve, en general la aparición de los flashbacks responde al diálogo que mantienen ambos protagonistas y para marcarlos Allen no echa mano a los clásicos encadenados, ni a los cambios de clave lumínica o uso de color sepia o blanco y negro; el corte directo da paso a los mismos sin generar ninguna duda de cuál es el tiempo en el que se desarrollan las acciones.
Otros recursos divertidos los pone en práctica en dos escenas: la de la terraza, donde la pareja habla de trivialidades pero mediante subtítulos nos enteramos realmente lo que están pensando; y la aplicación del montaje sonoro durante la audición en el pub, dejando en el mismo plano el sonido ambiente del bar (murmullo, platos que se rompen, teléfono sonando) junto a la lánguida voz de Annie cantando “It had to be you”, demostrando la poca presencia de Annie frente al auditorio.
Son constantes las situaciones utilizadas para causar gracia: desde los chistes que cuenta Alvy en el escenario, hasta la introducción de un Alvy en versión animada, o el malentendido con el agente de policía.
Es ingenioso que Allen demuestre que nuestro protagonista no quiere sentirse antihéroe o bien no acepta su realidad y queda plasmado en la representación que dos actores de teatro hacen de la obra que Alvy ha escrito, repitiendo una escena que vivió con Annie en la vida real, pero cambiando el final triste que tuvo.
El ritmo general es ágil y todo se apoya en los diálogos. Ellos definen la duración de las escenas que se ven constantemente “interrumpidas” por los flashbacks que ilustran lo que se cuenta.
Un último recuerdo nos muestra un reencuentro de Annie y Alvy ya separados, y dentro de éste vemos pequeños flashes de diferentes momentos de la relación (algunos vistos anteriormente, otros filmados desde otra posición de cámara y otros no vistos). Alvy finalmente queda solo luego de despedirse de Annie y en off reflexiona sobre el modo en que el ser humano se relaciona, sobre su necesidad de amar y no estar solo.
Este filme de 1977 es un hito en la filmografía de Allen, no solamente por la gran cantidad de recursos de montaje aplicados, sino por la profundidad de su mensaje, más en aquellos años en que se destacaba por comedias livianas, precediendo además a otra obra importante de su filmografía como lo fue “Manhattan” (1979). Además fue su única película ganadora de 4 Oscars (mejor filme del año, mejor actriz para Keaton, guión y dirección para Woody).
1 comentario:
Hice un trabajo sobre woody Allen y una de las peliculas que vi fue esta... La verdad no me atrapo tanto... me gusto mucho mas melinda y melinda, y ni hablar de match point.... marca una gran diferencia en el estilo de peliculas de Woody Allen.
saludos
AGUSTINA
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