“The Joneses” gira en torno a esas familias tan perfectas que parecen de postal y se convierten en el centro de todas las pasiones y envidias. Los Jones llegan a un barrio de clase media alta y, ni bien se mudan, lo alborotan, a raíz del alto estatus de vida que llevan.
Lo que nadie sabe es que, en realidad no son una gran familia tipo, sino un grupo de 4 profesionales (2 hombres y 2 mujeres) dedicados a la venta de artículos de lujo, y que se harán pasar por grupo familiar para introducir modas en el lugar, marcar tendencia e incentivar el consumismo. Casi como espías internacionales, dejan de lado sus verdaderas identidades y simulan ser lo que no son.
Demi Moore, David Duchovny, Amber Heard y Ben Hollingsworth, tienen a cargo la responsabilidad de darle vida a los personajes protagónicos. Y lo hacen con verdadero oficio, especialmente los dos primeros, que son los que llevan adelante el relato y participan de los conflictos centrales del filme.
Glenn Headly (quien trabajara junto a Demi hace 2 décadas en “Pensamientos mortales”) y Gary Cole son los vecinos de al lado, y los primeros en sucumbir ante la tentación que los Jones provocan con sus flamantes autos, sus monumentales pantallas LCD, sus aerodinámicas zapatillas y sus carísimos muebles.
Pero, aunque todo parece ir de perillas y los 4 vendedores provocan que la comunidad que los rodea comience a adquirir lo mismo que ellos tienen, pronto comenzarán los roces, los remordimientos y la necesidad de vivir una vida normal.
Hay algunos momentos graciosos y cierto humor mordaz que pretende criticar nuestra sociedad consumista y la forma en la que seguimos como corderitos dóciles a los que marcan las pautas.
"Keeping up with the Joneses" es un latiguillo del inglés que hace referencia a la comparación con el vecino de al lado, como una marca para la clase social o la acumulación de bienes materiales. Y ocurre cuando la gente busca su estándar de vida en relación a la de sus pares.
El filme del debutante Derrick Borte tiene un original planteo, tal vez algo exagerado en cuanto a tratar a los vendedores casi como agentes internacionales, dado que deben residir juntos un año entero como familia, sin poder vivir su propia vida, en pos de ganar importantes comisiones por ventas… Lo que se dice, gente muy obsesionada con triunfar económicamente… Para el tono que viene teniendo el filme, el desenlace resulta algo descolorido, aunque no desdibuja el mensaje subyacente acerca del materialismo del nuevo milenio.
En otras épocas, el status social dependía mayormente del apellido familar; sin embargo, el consumismo en EEUU dio paso al cambio de clase social. Con el incremento de la disponibilidad de bienes, la población tendió a definirse a sí misma según sus posesiones, y la búsqueda para acceder a un mayor estándar de vida se precipita y, lamentablemente, se acrecienta día a día.
Lo que nadie sabe es que, en realidad no son una gran familia tipo, sino un grupo de 4 profesionales (2 hombres y 2 mujeres) dedicados a la venta de artículos de lujo, y que se harán pasar por grupo familiar para introducir modas en el lugar, marcar tendencia e incentivar el consumismo. Casi como espías internacionales, dejan de lado sus verdaderas identidades y simulan ser lo que no son.
Demi Moore, David Duchovny, Amber Heard y Ben Hollingsworth, tienen a cargo la responsabilidad de darle vida a los personajes protagónicos. Y lo hacen con verdadero oficio, especialmente los dos primeros, que son los que llevan adelante el relato y participan de los conflictos centrales del filme.
Glenn Headly (quien trabajara junto a Demi hace 2 décadas en “Pensamientos mortales”) y Gary Cole son los vecinos de al lado, y los primeros en sucumbir ante la tentación que los Jones provocan con sus flamantes autos, sus monumentales pantallas LCD, sus aerodinámicas zapatillas y sus carísimos muebles.
Pero, aunque todo parece ir de perillas y los 4 vendedores provocan que la comunidad que los rodea comience a adquirir lo mismo que ellos tienen, pronto comenzarán los roces, los remordimientos y la necesidad de vivir una vida normal.
Hay algunos momentos graciosos y cierto humor mordaz que pretende criticar nuestra sociedad consumista y la forma en la que seguimos como corderitos dóciles a los que marcan las pautas.
"Keeping up with the Joneses" es un latiguillo del inglés que hace referencia a la comparación con el vecino de al lado, como una marca para la clase social o la acumulación de bienes materiales. Y ocurre cuando la gente busca su estándar de vida en relación a la de sus pares.
El filme del debutante Derrick Borte tiene un original planteo, tal vez algo exagerado en cuanto a tratar a los vendedores casi como agentes internacionales, dado que deben residir juntos un año entero como familia, sin poder vivir su propia vida, en pos de ganar importantes comisiones por ventas… Lo que se dice, gente muy obsesionada con triunfar económicamente… Para el tono que viene teniendo el filme, el desenlace resulta algo descolorido, aunque no desdibuja el mensaje subyacente acerca del materialismo del nuevo milenio.
En otras épocas, el status social dependía mayormente del apellido familar; sin embargo, el consumismo en EEUU dio paso al cambio de clase social. Con el incremento de la disponibilidad de bienes, la población tendió a definirse a sí misma según sus posesiones, y la búsqueda para acceder a un mayor estándar de vida se precipita y, lamentablemente, se acrecienta día a día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario