La trama de “El luchador” describe la decadencia profesional de Randy "Ram" Robinson (Mickey Rourke), un luchador que en los años 80 había estado en la cumbre de la lucha libre profesional pero que actualmente, luego de dos décadas, sobrevive con luchas en cuadriláteros de tercera categoría, apenas por unos pocos dólares. Con una hija adolescente a cuestas, a quien no ve hace tiempo (Evan Rachel Wood), Randy sólo vive gracias a la emoción del show y al apoyo de sus pocos fans, pero un repentino ataque cardíaco lo obliga a alejarse de las cuerdas, debiendo trabajar en un mini-mercado para pagar la renta de una nefasta casa rodante que usa como vivienda. Intentando encauzar su vida, procurará acercarse a las dos mujeres que le resultan cercanas: su hija y una stripper del bar que frecuenta (Marisa Tomei); pero el ring es más fuerte y una nueva posibilidad de luchar (con el riesgo físico que ello implica) aparecerá para Randy.
Dada la enorme cantidad de premios cosechados por Mickey Rourke gracias a esta interpretación, se generaba una gran expectativa por verlo nuevamente en pantalla. Y esas expectativas se superan, pues entrega una convincente y hasta tierna pintura de un hombre recio y fortachón, que pasa por el momento más endeble de su vida. Sorprende también Marisa Tomei, con un papel jugado y muy expuesto, donde se la ve prácticamente desnuda, contorneando su (aún) apetecible y muy bien formado cuerpo a 60 dólares el baile privado. Si bien la estrcutura del guión es muy convencional, Aronovsky no es complaciente y no se obliga a regalarle a su audiencia un esperado happy end... O tal vez sí... Depende de cómo se mire...
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