Triste y pretenciosa película de acción, pensada exclusivamente para un público pochoclero (sin desmerecer) en donde la credibilidad se ve totalmente abolida.
La historia es clásica y predecible por los cuatro costados. ¿Qué puede ser peor para un padre que escuchar impotente el secuestro de su hija adolescente desde el otro lado del teléfono, mientras ella está en París de vacaciones? Ésta es la pesadilla que se hace realidad para Bryan (Liam Neeson), un ex agente secreto estadounidense que sólo tiene 96 horas para rescatarla de una temible banda especializada en la venta de jovencitas. Obviamente consigue viajar a Francia en tiempo récord, ubicar a la banda, matar a todos (una treintena de maleantes armados), evitar apenas ser lastimado (aunque una bala, al final, le lastima un bracito) y volver a USA con la niña sana y salva (y virgen). Por lo único que resulta creíble Neeson para dar un ágil agente internacional, es por la altura, pero por lo demás, no resulta la mejor elección de casting. Si sumamos a esto el pésimo guión (firmado asombrosamente por Luc Besson) en donde todo es adivinable, sin dejar nada para la sorpresa del espectador, sólo nos queda por ver un atrayente y veloz montaje audiovisual.
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