Macabra, espantosa, dantesca, espeluznante y detestable experiencia la de ver "Funny games" (1997), de Michael Haneke. Si bien el filme es atrapante, la experiencia de su visionado es simplemente agotadora.
El hecho de tener que ser testigos del descalabro sufrido por una familia en su casa de vacaciones, ante la irrupción de dos maleantes que deciden jugar perversamente con sus vidas, resulta una prueba extremadamente difícil de superar para el desprevenido (y también prevenido) espectador. Una mujer, su marido y su pequeño hijo se preparan para disfrutar de una semana de vacaciones en su casa del lago. Mientras vemos, al inicio del filme, algunos planos generales con cámara cenital, siguiendo el recorrido del auto que los transporta y escuchando música clásica, Haneke nos prepara para lo que se viene, haciendo irrumpir a los créditos iniciales con una música de rock metálico a trepidante ritmo, contrastando con las imágenes de la familia sonriente, ansiando el tiempo de descanso estival.
Este es uno de los pocos momentos (o único) en que se escucha música, pues a lo largo de la cinta, diálogos y ruidos serán los únicos protagonistas en cuanto a banda sonora, incluyendo los desgarradores gritos y los penosos llantos.
A pocos minutos de comenzada la historia, la apacibilidad de la familia se interrumpe y dos jóvenes de aspecto cuidado, vestidos con ropas claras y hasta con guantes blancos (muy al estilo de los malhechores de LA NARANJA MECÁNICA, incluyendo su antipática ironía) se presentan en la casa, dando comienzo a la lenta agonía que les espera a los sorprendidos dueños de casa.
La violencia va in crescendo con el paso de los minutos, e incluso, cuando parece haber un respiro a más de la mitad de la película, donde la tortura supuestamente ha terminado, todo vuelve a empezar, agobiando desenfrenadamente al espectador hasta un lastimoso, inimaginable y tremendo final.
Pocas veces puede pasar uno por estas experiencias. Si bien está lleno de largometrajes que incluyen escenas de violencia, aquí no es tanto lo que se ve o se muestra, sino el perverso juego psicológico que rodea a la situación; de ahí el título de la obra (JUEGOS DIVERTIDOS, obviamente con su correspondiente carga irónica).
Con la misma devastadora sensación que dejan filmes como HENRY - RETRATO DE UN ASESINO de John McNaughton, o IRREVERSIBLE de Gaspar Noé, Michael Haneke propone un cine en el que se dedica a analizar la violencia y sus terribles consecuencias. Con FUNNY GAMES lleva al extremo estas reflexiones sin realizar ningún tipo de concesión, salvo en aquellos lapsos en los que uno de los delincuentes, dirigiendo en varios momentos su mirada a cámara, quiebra la estructura de los planteamientos narrativos elementales, provocando directamente al espectador con sus preguntas, haciéndolo cómplice de sus perversos juegos. Esto hace que se genere una repulsión aún más evidente, dado que, además de testigos del martirio, los espectadores deben convertirse por obligación en cómplices del malo de la película, detestándolo aún más (como si hiciera falta).
Si Haneke no fuera un director reconocido mundialmente por muchas de sus buenas películas (LA PROFESORA DE PIANO o CACHÉ – ESCONDIDO), uno podría acusar a esta FUNNY GAMES, como una provocadora y vacía película que sólo se regodea en su insano placer morboso de querer mostrar la violencia como inherente a la raza humana.
Sin embargo, en un reportaje acerca del filme, Haneke afirma que no es una película sobre la violencia, sino sobre la representación de la violencia en el cine; y el hecho de incluir la incómoda comunicación directa entre espectador y asesino por medio de estas miradas a cámara es para denunciar que todos somos cómplices de la violencia al ver películas que incluyen una "violencia aceptable", menos FUNNY GAMES, obviamente, porque intenta ser auto-reflexiva acerca de esto.
La primera sensación al terminar de ver el filme es tildarla de absoluta porquería, con el arrepentimiento de haber pagado una entrada o presionado la tecla PLAY de nuestro reproductor; sin embargo, la morbosa necesidad de seguir viéndola para luego quejarse es, en palabras de Haneke, de alguien hipócrita.
Como si no fuese suficiente, en breve se estrena la remake norteamericana (ya pasó por el BAFICI aquí en Buenos Aires), con Naomi Watts, Tim Roth y Michael Pitt, y firmada por el inigualable Haneke.
Vale la experiencia asistir al tormentoso visionado de FUNNY GAMES, ya sea en su versión austríaca o estadounidense, con la salvedad de, al menos, haber sido advertido en estas líneas.
Como bonus: Trailers de la versión original 1997 y de la remake 2007.
2 comentarios:
faaa con todo esta morbosidad me dio ganas de verla, soy cómplice de la violencia..y qué pretendías?? si Rial sigue en la tele.
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