(*) MalaMediocre filme de acción, con personajes protagónicos bordados con hilo grueso. Nueva obra de Tony Scott, siempre preocupado por el cómo y nunca por el qué: el efecto por sobre la historia. Se trata de una remake de una película que dirigiera Joseph Sargent en 1974 y que no aporta nada nuevo. Walter Garber (Denzel Washington) es un controlador de líneas de subterráneo que lucha contra un despiadado secuestrador, Ryder (John Travolta), por mantener a salvo a los pasajeros que éste último ha tomado como rehenes, y que matará uno a uno si no le dan 10 millones de dólares en el lapso de una hora. Lo más ridículo es que Scott hace que traigan el dinero del rescate ¡en coche!; entonces, para justificar un poquito la inclusión de action scenes, los patrulleros que traen los bolsos con dinero sufren doscientos mil accidentes, choques, voladuras, etc.
Lógicamente las secuencias de acción están logradas, mayormente por una cámara ágil (aunque demasiado presente de forma evidente), con efectos de zoom in - zoom out, y montaje que combina ralenti con acelerado. El look de la fotografía se asemeja más a lo publicitario que a lo cinematográfico. Travolta le pone todos los clichés a su personaje, poco ayudado por un guión que le hace decir frases como “Todos le debemos una muerte a Dios”, y otras "tan originales" como "Don´t fuck with me, mother fucker" (No jodas conmigo, hijo de puta). Washington, en su línea de tipo-común-devenido-héroe, no presenta demasiados cambios con respecto a papeles ya desempeñados en este tipo de rol. James Gandolfini y John Turturro (para variar, desaprovechados) completan este reparto plagado de lugares comunes.
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