lunes, 19 de septiembre de 2011
Crítica - "Mi primera boda" (2011), de Ariel Winograd: "ENTRETENIDA COMEDIA, AUNQUE IMPECABLEMENTE FOTOGRAFIADA, DABA PARA MÁS..." (por halbert)
Una pequeña pieza de estética similar a la historieta, animada por el ilustrador Liniers, abre la película y cuenta brevemente la historia previa (infancia, adolescencia, amores anteriores e historia juntos) de la pareja protagónica: Natalia Oreiro y Daniel Hendler. O mejor dicho: Leonora y Adrián.
Ellos se están por casar, cumpliendo un sueño largamente esperado, aunque se muestran algo ácidos y superados frente a la situación; como que es algo que tienen que pasar casi obligadamente, especialmente él.
Al ser ella católica y él judío, la boda será mixta y todos los invitados se encuentran esperando a un cura y un rabino (los “Luthiers” Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich), que vienen juntos en un remis contratado por el novio.
Un pequeño error cometido por Adrián lo hará poner en marcha un plan que, más que querer solucionar el traspié que se mandó, generará una catarata de equívocos que involucrarán a más de unos cuantos…
A pesar del simpático planteo, se despliegan algunos pequeños cliché: un abuelo marihuanero (Pepe Soriano) no es especialmente original a esta altura, ¿verdad?; una madre borracha (Soledad Silveyra), seguramente tampoco…, y mayormente, todos los personajes cumplen con un arquetipo bastante recorrido por el género de comedia: el primo medio tonto, muy bien encarnado por Martín Piroyansky, como lazarillo del novio, cumpliendo a rajatabla todos sus requerimientos; e Inés (Muriel Santa Ana), la mejor amiga de Leonora que, más que acompañarla en su gran día, se pone en plan acosador de Lala (María Alché), una invitada que vino con Miguel Angel (Imanol Arias), antiguo romance de Leonora.
El sufrido padre de Adrián es encarnado por el popular comediante Gino Renni (con muy poca presencia), y su mujer es la siempre resuelta Gabriela Acher.
Alan Sabbagh, Clemente Cancela, Sebastián De Caro, Guillermina García Satur y Sofía Wilhelmi conforman la mesa de los amigos, y especialmente los varones harán de las suyas para acompañar al novio en la reparación del error antes aludido.
En cuanto a los novios protagonistas, ambos uruguayos, pero adoptados por los argentinos, cumplen efectivamente su rol, sosteniendo con nobleza sus personajes, aunque a ambos les falte un poco más de histrionismo para lograr que exploten carcajadas en la platea, cosa que no sucede; sí, por supuesto, simpáticas risas frente a los alocados acontecimientos vividos.
Este filme de Ariel Winograd ("Cara de queso") contó con el talento del director de fotografía Félix Monti (“De amor y de sombras”, “Sur”, “De eso no se habla”, “El Secreto de sus Ojos”, entre decenas de filmes), la diseñadora de vestuario Ana Markarián y el director de arte Juan Cavia.
La imagen es radiante, luminosa, siempre en clave alta, describiendo los bellos exteriores e interiores de la estancia en la que se desarrolla prácticamente el 100% de las escenas, muchas de ellas cubiertas con una cámara que flota entre los invitados y vuela ligeramente en los exteriores, logrando estéticos y atrayentes movimientos de cámara. También hay decisiones de montaje interesantes, con los novios hablándole al espectador, narrando situaciones pasadas o elucubrando pensamientos futuros, que son expuestos mediante rápidos flashbacks o graciosos flashforwards.
Concebida como una película para ser filmada en una sola locación, la majestuosa estancia Villa María, situada en la Provincia de Buenos Aires, combina la arquitectura de principios de siglo pasado, con los jardines de Thais, un lago y una vista maravillosa, constituyéndose como el escenario perfecto.
La música original del film fue escrita por Lucio Godoy y Darío Esquenazi, incluyendo una serie de standards de jazz arreglados e interpretados por una de las figuras más importantes de la música contemporánea argentina, Adrián Iaies.
Tal vez, haber convocado a un reconocidísimo elenco de primeras figuras de ayer y hoy para los roles secundarios, deja una sensación de que faltó algo más, que el guión podría haber aprovechado y no hizo (de hecho, lo mejor de Gino Renni está en los créditos finales, por dar sólo un ejemplo). El filme se ve con mucho agrado y resulta de lo más entretenido. Si ése era su único propósito, pues está logrado en un 100%.
Esperaba bastante más de ella. Y no pretendía demasiado, sólo que me hiciera reír un poco. Eso sí, tiene algunas escenas antológicas y algunos actores de primera. Piroyansky me parece un actorazo, pero que no consigue papeles geniales. Este personaje, por ejemplo, no es genial. Pero lo exprime de una manera fabulosa.
ResponderEliminarY así, miles de casos.
Qué se yo. La película me gustó, está bien hecha. Pero no es "la comedia del año" ni de casualidad.
Comparto más o menos lo que decís, Rodrigo. Yo no esperaba demasiado y encontré eso: no demasiado. Sí debo reconocer que me encantó la dirección de fotografía, sublime!
ResponderEliminarSlds.