El filme de Daniel Burman es una buena excusa para seguir indagando en el pequeño (pero inmenso, valga la contrariedad) universo de los vínculos familiares, como lo ha hecho en toda su filmografía. Éste se recuesta en la descripción de la relación de estos dos seres solitarios, disímiles, antagónicos, que se aman y se odian a la vez.
Graciela Borges y Antonio Gasalla , representando a los hermanos del título, Susana y Marcos, resultan una combinación realmente llamativa para el espectador argentino; ambos tienen un curriculum más que importante en el cine y la escena nacional, respectivamente. Sin embargo, a pesar de ejercer su oficio con grandeza, no parecen ser los mejores trabajos de cada uno de ellos. Si bien ella entrega un personaje casi a su medida, su eterna voz ronca parece no permitirle hacer otra cosa. En el caso de él, por momentos deja deslizar algunos tonos de voz de sus televisivos personajes femeninos, pero en general parece entregarse más a la mano de su director, y ofrece un Marcos débil, disciplinado, pollerudo, frágil, delicado, casi invisible ante la omnipresencia de su hermana.
“Dos hermanos” no es la mejor película de Burman ("Esperando al Mesías", "El abrazo partido", "Derecho de familia", "El nido vacío") y sí es la primera que no está basada en una idea propia. Esta vez, el director argentino ha decidido adaptar a la pantalla grande la novela de Sergio Dubcovsky (hermano de su socio Daniel): “Villa Laura”. La novela cuenta, con cierta sutileza, una historia sencilla y convencional, y la película no renueva considerablemente la mirada de su autor.
A mí me gustó mucho la verdad. No le daría un 10 claro, pero me gustó mucho las actuaciones de ambos, sobretodo considerando que a Gasalla me cuesta mucho verlo en papeles dramáticos, pero acá me satisfizo gratamente.
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